El colesterol elevado o hipercolesterolemia consiste en la presencia de colesterol en sangre por encima de los niveles considerados normales. El colesterol se va acumulando en las arterias, lo cual puede llevar a problemas en un futuro. Esto se puede comparar como las tuberías de una casa, las cuales se van llenando de sarro (la grasa en esta analogía), hasta que en algún momento se tapan por completo o llega algún estorbo a ocluir la tubería (un coágulo). La acumulación de estas placas de grasa se llama “ateroesclerosis”, y lleva en sus consecuencias más graves a ataque al corazón, angina de pecho, gangrena en un miembro, embolias o derrames cerebrales.

Causas

Entre los factores que influyen en el incremento del nivel de colesterol se encuentran:

La causa más común es la dieta inadecuada, provocando que en México tengamos uno de los más altos índices de obesidad en el mundo. La ingesta abusiva de grasas animales o alcohol ocasiona que el organismo consuma primero otros tipos de nutrientes favoreciendo que el colesterol no se degrade y se acumule en las arterias.

Otra causa menos común de exceso de colesterol en los vasos es la hipercolesterolemia familiar, lo cual se trata de una enfermedad hereditaria ocasionada por un defecto genético que impide que el colesterol “malo” o LDL (lípidos de baja densidad) sea degradado, con lo que los niveles de colesterol aumentan progresivamente. En estos casos es frecuente la mortalidad temprana por infarto de miocardio.

Síntomas

Los síntomas relacionados con la hipercolesterolemia son:

  • Depósitos de colesterol en piel y tendones. Aparecen generalmente en las manos, rodillas o codos.
  • En algunas personas se puede detectar un anillo en la periferia de la córnea del ojo
  • Poca resistencia a actividades físicas leves o poco demandantes para otros individuos

Para hipercolesterolemia familiar serían los siguientes síntomas además de los ya mencionados:

  • Obesidad mórbida
  • Obesidad que no responde a tratamientos
  • Síntomas parecidos en familiares cercanos

Pruebas y exámenes

Para revisar si un individuo tiene colesterol elevado generalmente se utilizan dos exámenes: la historia clínica completa (la cual incluye una inspección adecuada e interrogatorio profundo) y el examen de sangre llamado perfil de lípidos, en el cual se revisan los niveles de colesterol, triglicéridos, entre otros.

Tras realizar la exploración física y establecer el nivel de colesterol en sangre se deben determinar los factores que influyen en su aumento, como la dieta, la administración de algún fármaco, o la presencia de alguna enfermedad, y los factores genéticos y de riesgo que favorecen el desarrollo de enfermedades coronarias asociadas a la hipercolesterolemia.

Existen dos tipos de hipercolesterolemia, los cuales estarán diferenciados por si el problema está en una causa independiente, es decir ajena a cualquier otro problema del cuerpo(primaria) o si está relacionada con otra enfermedad (secundaria):

Primaria: derivada de problemas en los sistemas transportadores del colesterol y factores genéticos.

Secundaria: ciertas enfermedades hepáticas (hepatitis, colostasis y cirrosis), endocrinas (diabetes mellitus, hipotiroidismo y anorexia nerviosa) y renales (síndrome nefrótico o insuficiencia renal crónica). En este tipo, al curar la enfermedad base también se cura la hipercolesterolemia.

Los valores normales que debe de aparecer en un chequeo de lípidos son:

  • HDL mayor a 40 mg/dL
  • LDL menor a 100 mg/dL
  • Colesterol total menor a 200 mg/dL
  • Triglicéridos menor a 150 mg/dL

También podemos afirmar que existen algunas sustancias que pueden aumentar los niveles de colesterol LDL (colesterol de baja densidad) favoreciendo el desarrollo de colesterol elevado, como los esteroides, las hormonas anticonceptivas, los betabloqueantes y algunos fármacos que elevan la presión arterial.

Otros factores que propician la aparición de placas de grasa en las arterias son el consumo de tabaco, la diabetes, la obesidad abdominal y la pertenencia al sexo masculino.

Recomendaciones y tratamiento

La primera recomendación es hacer un ejercicio que requiera de movilidad física tal como caminar, andar en bicicleta, nadar, entre otras. Se recomienda además que sea al menos 300 minutos a la semana tras haber diagnosticado la enfermedad. Adicionalmente se debe de hacer una dieta especial siguiendo las recomendaciones de un médico o un nutriólogo. Si la enfermedad persiste, se tienen factores de riesgo importantes o es muy severa es probable que el médico opte por otras alternativas tales como tratamiento farmacológico o en algunos casos graves tratamiento quirúrgico. Deben controlarse otros factores como el sobrepeso o la diabetes para que los resultados del tratamiento sean exitosos.

Tratamiento dietético: Su principal objetivo es evaluar los hábitos alimenticios del paciente y establecer una dieta individualizada en cuyo cumplimiento deben implicarse seriamente no sólo el paciente sino también los médicos y la familia del afectado. De esta manera se intenta alcanzar el máximo cumplimiento del tratamiento. La dieta debe ir de acuerdo al plato del buen comer a menos que el especialista indique lo contrario.

 

 

Tratamiento farmacológico: Las sustancias más utilizadas para reducir la concentración de colesterol en sangre son las resinas, los fibtratos y las estatinas. Asimismo, pueden utilizarse derivados del ácido líbrico, probucol, u otros fármacos de reciente introducción con base en la utilización de anticuerpos: anticuerpos anti- PCSK 9, lomitapide o mipomersen.