La reducción del flujo en las carótidas se encuentra hasta en el 5% de la población entre 60 y 80 años; y se considera responsable de casi la tercera parte de los accidentes vasculares cerebrales isquémicos, llamados embolias. Tradicionalmente, el tratamiento de primera elección fue la endarterectomía, que es la cirugía abierta de las arterias carótidas para proceder a liberar la obstrucción que tienen. Sin embargo se aplica cada vez más la aplicación de stents, a través de un cateterismo sin necesidad de anestesia general o intubación, el procedimiento se realiza habitualmente a través de la punción de la arteria en la ingle con el paciente despierto (puede estar bajo sedación leve), introduciendo un catéter que tenga la capacidad de inflar un balón y colocar un stent, y así destapar la arteria ocluida. Este procedimiento permite destapar las arterias que llevan circulación al cerebro y disminuir el riesgo de embolias.